miércoles, 24 de marzo de 2010

NOTICIEROS QUE DESINFORMAN

De un tiempo a esta parte, los noticieros nocturnos adoptaron una estrategia negativa: dedicarle un tiempo extenso -que pueden ser 30 ó 45 minutos- al tema candente del día o de la semana, dejando así fuera de agenda cuestiones tan o más relevantes que las tratadas. Dos ejemplos acabados en este sentido son Telenoche y Telefe Noticias Segunda Edición. De esta manera, los noticieros se vuelven tediosos y terminan desinformando, ya que los espectadores acceden a conocer en detalle sobre un determinado tema mientras que ignora las otras cuestiones que sucedieron en la jornada.

Seguramente, esta táctica se debe a la obsesión enfermiza por el rating. Se tiende a darle prioridad a la noticia local escandalosa, o a casos policiales escabrosos y conmocionantes y, en cambio, se relegan o directamente se suprimen noticias de orden político, cultural o internacional. En el caso de Telenoche se llega al extremo de carecer de un periodista especializado en política exterior desde la partida de Juan Miceli, lo que muestra una profunda desidia respecto a un área de vital importancia. El público necesita apropiarse de una información que abarque el amplio abanico de la actualidad. No resulta saludable ni efectivo para formarse una opinión y tener conciencia de lo que pasa que nos fuercen a reducir nuestras ideas sólo a aquello pernicioso o truculento. La información es un derecho de todos, un derecho inalienable al cual estos programas nos impiden acceder a partir del contenido sesgado que brindan.

¿Por qué para obtener una información completa debemos recurrir o bien a los diarios, a las radios o a Internet? ¿Por qué la mayoría de los noticieros televisivos obvian una parte de la realidad y se refugian en lo espectacular y efectista? Estos programas nos torturan con un mismo tema de manera interminable, parecen empatanarse en un hecho y no poder salir más de allí. Esto hace que la gente que busca contenidos abarcativos y serios se fastidie y vaya alejándose de este tipo de noticieros. Es imperioso que los noticieros dejen de subestimar al espectador y que, de una vez por todas, presenten una agenda temática amplia y adulta que sirva de herramienta útil para la vida diaria. El derecho a la información es primordial y debe cumplirse.

UNA FORMULA QUE SE REPITE Y CANSA

Ayer comenzó la duodécima temporada de La cornisa, el ciclo conducido por Luis Majul, que se emite los domingos a las 21.30 hs. por América.
El primer ingrediente que salta a la vista es la pobreza en la producción y en las ideas. Ni siquiera se tomaron el trabajo de grabar una nueva apertura, se mantuvo la misma que el programa tiene hace varios años. Esto preanunciaba que el envío iba a ser más de lo mismo y, lamentablemente, así fue. Todavía estamos esperando los "cambios", el "aire fresco" y la "sangre nueva" que auguraban Rial, Ventura y Fabbiani en las imágenes que dieron inicio al ciclo.
Como siempre, en el marco del carácter efectista de La cornisa y en esa búsqueda desenfrenada por el rating, se invitó a un personaje polémico de los medios. En este caso, la figurita repetida fue Mario Pergolini, presentado bajo el controvertido mote de "Bastardo con gloria". El ex propietario de Cuatro Cabezas descartó que vaya a volver a la conducción en TV porque no tiene ganas y si volviera, tendría que hacer algo parecido a lo ya hecho porque no se le ocurre nada nuevo. Considera que las fórmulas en la TV se están repitiendo mucho, y él no quiere caer en eso. Indudablemente, honestidad pura, un valor no demasiado frecuente en estos días.

Respecto a sus desafortunadas declaraciones sobre Daniel Tognetti, en cambio, resultó poco creíble al expresar que no le desea la enfermedad a nadie. Así trató de enmendar lo dicho pero después, de alguna manera, lo ratificó al afirmar: "a veces digo lo que pienso, es un juego que aprendí a jugar". Luego se mostró la intimidad del programa de Pergolini en la Rock & Pop, el ya clásico Cuál es, un tramo aburrido que no aportó nada interesante. La charla de Majul con Pergolini no fue más que una suma de elogios y loas mutuos, sin profundidad.
El tramo más movilizante del ciclo fue el informe "Los sin techo del poder" sobre gente viviendo en la calle cerca de dependencias públicas como la Casa de Gobierno y el Ministerio de Economía, o la Catedral. Si bien este tipo de notas ya se realizaron en numerosas ocasiones, no por eso hay que restarle mérito. Los testimonios de estas personas, recogidos por el propio Majul, resultaron conmovedores y nos hacen tomar conciencia de una dura realidad que, a veces, preferimos ignorar.
Por otro lado, hubo dos segmentos dedicados a la actualidad política: una jugosa entrevista con el legislador Pino Solanas, que podía haber dado para más, y un comentario del periodista Mauro Federico sobre la lucha sin cuartel en el Senado entre oficialismo y oposición respecto a la designación de la presidenta del Banco Central. En este sentido, se incluyeron una reveladoras declaraciones del senador Nito Artaza sobre el tema, que fueron un hallazgo, ya que en un principio se había llamado a silencio y era un personaje muy buscado por la prensa en las últimas horas. De todas maneras, no se trató de nada demasiado relevante ni que exigiera una rigurosa investigación.
Así se inició este nuevo año de La cornisa: con cierta endeblez en los contenidos, producción austera, improvisación, falta de elaboración, pobreza intelectual, repetición de fórmulas, falta de chispa en la conducción, lo que lleva a la saturación y al tedio. El programa necesita una bocanada de aire fresco urgente, este camino facilista y marketinero no conduce a nada edificante.